Después de estar en el hospital por un desgarre perianal de tercer grado, seguramente una dolencia incómoda y dolorosa, Andrés fue curado con solo sintonizar el programa de este amanerado tele-evangelista.
Lo más increíble es el mensaje específico que le dio Jesús al predicador: «He sanado el músculo del ano de una persona».
Aleluya. Esta es, probablemente, la sanación más vergonzosa de la historia.
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